Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5.22-23
Cuando usted lea algo es bueno conocer de eso que usted lee algunas cosas generales, pues ellas lo ubican a uno, le dan un marco general en el que se plantea el asunto.
· ¿Quién lo dijo?
· ¿A quién lo dijo?
· ¿Cuándo lo dijo?
· ¿Dónde lo dijo?
· ¿Cómo lo dijo?
· ¿Por qué lo dijo?
· ¿Para qué lo dijo?
Teniendo esto en mente, una vez que uno lee un versículo dentro de su respectivo contexto, se entienden mejor las cosas.
¿En qué contexto general se está hablando en estos versículos? Eso nos da una postura mucho más clara y racional a nuestra creencia.
Aquí se está hablando de lo que produce el Espíritu en contraposición de lo que produce la carne, tenemos dos áreas distintas, la carne y el Espíritu:
Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21
La carne no solamente produce cosas que lo lleven a la perdición. Hay cosas que produce la carne que aunque no lo lleven directamente a la condenación sí impide el crecimiento y el desarrollo del cristiano. Y sino échele una ojeada a los hermanos en Corinto:
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús, pues por medio de él habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento, en la medida en que el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado entre vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os mantendrá firmes hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 1:4-8
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer, porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. 1 Corintios 1:10-11
De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, no alimento sólido, porque aún no erais capaces; ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales. En efecto, habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres? 1 Corintios 3:1
Se ha sabido que hay entre vosotros fornicación, y fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; a tal extremo que alguno tiene a la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. 1 Corintios 5:1
Pero vosotros cometéis el agravio y defraudáis, ¡y esto a los hermanos! 1 Corintios 6:8
Al anunciaros esto que sigue, no os alabo, porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. 1 Corintios 11:17
¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo. 1 Corintios 11:22
Entonces el problema no es solamente la hechicería, también son los celos, los pleitos, las envidias, las contiendas, las divisiones.
Como somos seres humanos carnales vendidos a la perdición tenemos esa tendencia pecaminosa, la carne. Pero Jesucristo no solo vino a perdonarnos sino a salvarnos, él nos hace nacer de nuevo, nos regenera, nos justifica.
La regeneración es una cosa y el perdón es otra cosa.
El perdón es un acto legal. Eso ocurre en el bautismo. El perdón es un acto soberano de Dios, en el que él decidió libre y espontáneamente perdonarnos por medio del bautismo.
Dios hizo una provisión para todo. Ahora en la nueva vida, ya perdonados y renacidos, el Señor se ideó la vida del Espíritu.
Andad en el Espíritu y no satisfaréis los deseos de la carne. Gálatas 5:16
El Señor nos sacó de la dimensión de la carne y nos metió en la dimensión del Espíritu:
Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo. Colosenses 1:13
Algunos se enamoran del salmo 91, pero éste salmo es para quienes moran bajo la sombra del omnipotente. En el primer versículo está la condición, ese es el versículo crucial.
En contraposición con lo que produce la carne…
el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza
Hay hermanos que aunque hablan en lenguas en todos los cultos son impacientes, eso sí es raro. Porque el fruto del Espíritu es paciencia.
No puede ser que alguien crea que está bien cuando en el culto salta y habla en lenguas pero no se deja pastorear.
Hay cosas que produce el Espíritu y hay cosas que produce la carne. Las cosas del Espíritu no se consiguen con esfuerzo humano.
«Esta es palabra de Jehová para Zorobabel, y dice:
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. Zacarias 4:6
A algunos les gusta mucho las normas y la disciplina, pero la Biblia dice que la disciplina no transformó a nadie. Es buena para el entrenamiento, pero no para la transformación. El castigo por sí solo no cura a nadie.
¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis?
Toda cabeza está enferma y todo corazón doliente. Isaías 1:5
¿Más castigados que Israel para dónde? Pero no se convirtieron, no se transformaron.
El Señor se encargó de arreglar ese problema con el Nuevo Nacimiento:
Vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día en que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Jeremías 31:31-33
Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis purificados de todas vuestras impurezas, y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra. Ezequiel 36:25-27
El Espíritu Santo produce amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, eso no es fabricado, no es entrenamiento.
Todo lo que la Biblia dice en el Nuevo Testamento está basado no en lo que el ser humano puede hacer por sí mismo; sino en lo que Dios puede hacer con el hombre, un corazón nuevo, un espíritu nuevo, su Espíritu en nuestros corazones, las normas de Dios en el corazón, la presencia permanente de Dios en su vida. Esa es la diferencia!
Todos sabemos el qué pero no sabemos el cómo. El cómo debe ser fruto del Espíritu Santo. Necesitamos vivir en esa dimensión del Espíritu.
En esa relación espiritual con Dios se produce ese fruto!
Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, los echan en el fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Juan 15:1-10
Separados de mí nada podéis hacer.
Peguémonos a la vid verdadera y daremos frutos. En esa relación de intimidad con Dios es que se dan esos frutos.
Intimidad con Dios no es un ratico en la madrugada y unos minutos antes del culto. Intimidad con Dios es una relación continua y permanente con él, una relación de 24 horas al día.
Orad sin cesar. 1 Tesalonicenses 5:17
La vida del Espíritu es una vida de relación, no una relación rutinaria y estresante, es una relación fresca y relajante.
Tenemos que trasladarnos a la dimensión del Espíritu, a ese ambiente en dónde se es consciente de la presencia de Dios en todo tiempo.
Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia; por medio de estas cosas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina. 2 Pedro 1:3
No es entrenamiento, es un milagro! Eso es el nuevo nacimiento, una naturaleza espiritual.
No vencemos la carne peleando contra ella, la vencemos viviendo en el Espíritu.
Andad en el Espíritu y no satisfaréis los deseos de la carne. Gálatas 5:16
porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes. Efesios 6:12
Ciertamente, ya es una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? 1 Corintios 6:7
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. Romanos 12:21
Es un triunfo sin mucho esfuerzo.
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